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No hay enfermedades
graves, su proceso de creación es básicamente el mismo.
La
diferencia reside en su magnitud y en las causas específicas de los
acontecimientos. Podríamos comparar un dolor de riñones con la
producción de un cortometraje y un cáncer con una película de tres
horas. El proceso de producción es el mismo pero el guión es más
complicado, los escenarios son distintos y la duración es mayor.
Cuando no seguimos
nuestra voz interior, nuestra guía, que es la expresión
individualizada de la voz de la vida, surgen los problemas. Aunque
nos damos cuenta, no queremos o no creemos que es posible hacer algo
y cambiarlo.
Ese adormecimiento o esa resistencia hacia nosotros
mismos y hacia nuestro propio consejo interno produce una serie de
gritos o impactos físicos en el cuerpo, en nuestros órganos
internos o externos. En este sentido podemos considerar este modelo
como una especie de cirugia pero con la diferencia de que somos
nosotros mismos quienes, sin abrir físicamente el cuerpo, miramos
dentro y arreglamos, cambiamos o eliminamos lo que ya no nos sirve.
Los conocimientos quirúrgicos y su tecnología han evolucionado
mucho en estos últimos años; esto es positivo y apoya esas
situaciones en las que realmente es aconsejable utilizarlos, pero
también siento como un alto porcentaje de intervenciones no son
necesarias.
Ese tipo de operaciones llevan a menudo consigo un precio
mucho más alto para nuestras vidas de lo que refleja la factura del
cirujano. Esto es así incluso en Suecia, donde todas las
intervenciones quirúrgicas son gratuitas; sin embargo el precio de
la calidad de vida no se mide en términos económicos y el impacto
sobre el equilibrio de nuestro cuerpo en el futuro es imprevisible.
Del libro La
Medicina del Alma - Eric Rolf
Salud, Dieta
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